Granja Rodeiro

“Cada animal que está en nuestra granja es parte de nosotros”

En Rodeiro, un pequeño pueblo de Pontevedra, las primeras vacas Holstein llegaron en 1965 de la mano de un joven granjero llamado Camilo González. Y de lo que parece una simple anécdota, no sólo nació la primera de las tres generaciones de la granja Orlando, sino que también se creó un vínculo muy especial entre todos sus miembros.

“Les coges cariño a los animales porque los ves nacer y los llamamos por su nombre”

La granja de los Orlando está formada por una familia de tercera generación, que se define por estar muy unida. De hecho, las tres generaciones trabajan juntas, codo a codo. Porque Orlando, dueño de la granja, no cuenta solamente con su hermano: su madre les ayuda en el ordeñado y sus hijos colaboran en todo lo que pueden.

La vida en la granja empieza a las 8 de la mañana con el primer ordeño. Y continúa hasta el mediodía con diferentes tareas para mantener a las vacas en las mejores condiciones posibles. Tras el descanso para comer, la rutina vuelve a empezar a las 16 para revisar que todo siga en orden, y a las 20 se realiza el segundo ordeño del día.

“Cada animal que está en nuestra granja es parte de nosotros”